James Hunt, el Campeón de F1 que vivió demasiado rápido

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20 abril, 2013 por David Alonso

james-hunt-1976-f12Diluviaba aquel 24 de octubre de 1976 sobre el circuito de Monte Fuji (Japón) cómo hacía tiempo que no se veía por tierras niponas. La bandera a cuadros acaba de caer y la carrera había finalizado. Con el vehículo detenido, un piloto sale enfurecido de su cockpit dirección a su jefe de equipo dispuesto a tener más que palabras, una fatal decisión de éste le había costado el título de campeón de Fórmula 1. Una vez allí, en medio de la batalla dialéctica, se entera que finalmente ha sido tercero en la prueba. Se ha convertido en Campeón del Mundo de Fórmula 1, su figura pasará a la historia de este deporte, su nombre, James Hunt (1947).

Remontémonos tiempo atrás para conocer la historia de este extravagante genio de las cuatro ruedas. Corría el año 1976, temporada en la que Nikki Lauda y James Hunt protagonizaron una de las mejores actuaciones que se recuerdan en el circo de la Fórmula 1. Dos pilotos de carácter dispar, uno, frío y calculador, el otro, un playboy mujeriego capaz de fumarse 40 cigarrillos diarios, ese era James Hunt.

El británico era uno de esos pilotos que no necesitaba preparación, famoso por su rendimiento tanto deportivo como extradeportivo, tuvo una carrera fulgurante. Sus fiestas y juergas a lo largo y ancho del globo le hicieron merecedor del apelativo de “bad boy” de la Fórmula 1. Amigo del, también, incorregible Barry Sheene, decidió que el automovilismo no le iba a quitar la oportunidad de disfrutar de juventud. Fiestas, alcohol, sexo, drogas y orgías fueron una constante en su vida antes, durante y después de su paso por la Fórmula 1. Unas correrías que le costaron un alto precio, la vida.

article-1320323-0B6AF23D000005DC-732_472x362Cuentan los mentideros británicos que las dos semanas previas a la carrera de Monte Fuji, donde se jugaba el título de Campeón de Fórmula 1, James Hunt inició un carrusel de fiestas y desenfreno que dejarían en ridículo a la mismísima superproducción de “Resacón en las Vegas”. Hasta 32 azafatas de los hoteles en que se hospedó el británico pasaron por las sábanas de sus habitaciones en los 14 días previos a la prueba. Un ritmo de vida al alcance de muy pocos.

Entonces llegó el gran día, el 24 de octubre de 1976. Tras una vibrante temporada de duelos entre Hunt y Lauda, ambos llegaron a Monte Fuji con opciones de ganar el campeonato. El austriaco aventajaba en tres puntos al británico, después de que este le recortara puntos tras el accidente que Nikki Lauda sufrió en Nurbungring y que casi le cuesta la vida. El circuito de Japón se encontraba anegado ante la cortina de agua que estaba cayendo. Con estas condiciones, los pilotos se reunieron para debatir si salían a pista o se suspendía la carrera. Finalmente se decidió que se saldría a pista, aunque todo parece indicar que las directrices, organizadas por Nikki Lauda, eran las de iniciar la carrera para luego retirarse todos. Fue en este momento en el que se fraguó la conocida como Traición de Monte Fuji.

El semáforo se apaga y Nikki Lauda decide aparcar su Ferrari en el box a la segunda vuelta como habían planeado. El resto de pilotos decide seguir en pista contradiciendo lo acordado en la reunión. James Hunt sólo tiene un objetivo en mente, llevar su McLaren a lo más alto del pódium, quiere ser Campeón de la Fórmula 1. A medida que la carrera avanza, la lluvia se detiene y la pista empieza a achicar el agua. Hunt se mantiene sobre un, cada vez más seco, asfalto de Monte Fuji que está destrozando literalmente sus neumáticos de lluvia. En mitad del fragor de la batalla por llegar a los puestos de cabeza, una de las ruedas de la escudería británica empieza a perder aire. Desde el box instan al díscolo piloto a mantenerse en pista, pese a que en ese momento ya había perdido el liderato.

Formula One World ChampionshipEntretanto, Nikki Lauda ya ha abandonado el circuito y se encuentra camino del aeropuerto a bordo de un Rolls Royce. A falta de tres vueltas, el neumático de Hunt revienta y entra en boxes encolerizado, no entiende porqué el equipo no le permitió realizar la parada antes. Es devuelto a pista en la sexta posición. Tres vueltas y tres puestos que escalar era todo lo que tenía el piloto para dejar su nombre en la historia de este deporte. Comienza una nueva carrera para Hunt. El británico, famoso por su agresivo estilo de conducción que le lleva a ser conocido como Hunt the Shunt, por los accidentes que provoca en su todo o nada, inicia su ofensiva. Sin detenerse por nada ni por nadie comienza a adelantar coches; Hunt no sabe si está doblando corredores o escalando posiciones, le da igual, no pregunta. Estaba perdiendo el Mundial en las últimas vueltas de la última carrera. Entonces la bandera a cuadros cae y la prueba finaliza.

Es en este punto donde la historia se enlaza con el inicio de éste texto. James Hunt descubre, previo intento de agresión a Teddy Mayer, jefe de McLaren, que había finalizado tercero y era el nuevo Campeón del Mundo de Fórmula 1. El playboy había logrado hacerse con el entorchado. Sería el único de su corta vida.

Finalmente, James Hunt falleció a los 45 años de un ataque al corazón ante la fatal ironía de que en ese momento se encontraba limpio de drogas. Los años de alcohol, cocaína, cannabis, y tabaco habían mermado la salud de este piloto que hizo honor, como muy pocos, al dicho de “vive rápido, muere joven y deja un cadáver bonito”.

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