Dora Ratjen, el hermafrodita que engañó al Tercer Reich

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30 marzo, 2013 por David Alonso

102171-1938-allemande-dora-ratjen-batLa dramática historia de Dora Ratjen, 20 de noviembre de 1918, Reichshof, comienza a través de la falacia utilizada por la Alemania nazi para descalificar de sus propios Juegos Olímpicos de 1936, a la mejor saltadora del momento, la atleta germana de origen judío, Gretel Bergmann. La saltadora de altura fue descalificada de los JJ.OO. de Berlín 1936 por el partido nazi esgrimiendo un “bajo estado de forma” –durante los entrenamientos previos, Bergmann dejó el listón en 1,60 metros, la marca que estableció la húngara Ibolya Csák para conseguir el oro en el Olympia-Stadion de Berlín–. El partido de Adolf Hitler buscó una sustituta para Bergmann, y la encontraron en la figura de una mujer de 17 años llamada Dora Ratjen. Su corta, pero intensa, carrera había comenzado, su sexualidad la llevaba atormentando desde su nacimiento.

Heinrich Dora Ratjen

El quinto vástago de un tabernero de la ciudad de Reichshof, Alemania, generó incertidumbre desde el primer momento. En su alumbramiento, los médicos que asistieron a la madre creyeron que se trataba de un niño, debido a la ambigüedad de sus genitales, sin embargo examinándola decidieron inscribirla en el registro como una niña. En su juventud, Dora era consciente de que su desarrollo físico no era igual al del resto de las jóvenes, y siguió viviendo como una chica más. El atletismo, en concreto el salto de altura, fue la vía de escape de las frustraciones de Dora, participando en competiciones escolares desde una edad muy temprana. Ésta creció y vivió como una mujer, hasta que el desarrollo hormonal de la adolescencia hizo que sus genitales maduraran y se confirmaran como masculinos. Sin embargo, Dora, educada como mujer, se sentía y consideraba mujer.

Dora, gracias a su musculatura impropia para una mujer de su edad, no le costó entrar en el equipo alemán de salto de altura para las Olimpiadas de Berlín de 1936. Los nazis habían limpiado cuidadosamente al equipo alemán de cualquier deportista de etnia judía, lo cual propició la expulsión de Bergmann y la entrada triunfante de Dora Ratjen. En estos Juegos Olímpicos, el mayor escaparate de la ideología nazi de la historia, Dora quedó cuarta clasificada en salto de altura, saltando 1,58 metros. La fulgurante carrera de esta joven de Reichshof había comenzado.

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Dos años más tarde llegaría su gran momento. Con 19 años Dora Ratjen llegó al europeo celebrado en Viena, una nueva oportunidad para demostrar su potencial. Y lo aprovechó. Se proclamó campeona de Europa al elevarse 1,70 metros del suelo, récord mundial en 1938. En el expreso que la llevaba de vuelta a Colonia aquel 21 de septiembre de 1938 se sucedieron los acontecimientos.

El revisor del tren, al ver a Dora Ratjen, sospechó de aquella mujer de fuerte constitución, tomándola por un travesti, algo prohibido en la Alemania nazi, y dio la voz de alarma avisando a un oficial de la SS de la estación de Magdeburg. La atleta fue obligada a abandonar el tren para aclarar la situación, pero ni su tarjeta de identificación, ni la presea de oro recién lograda fueron suficientes para convencer a los agentes. El examen médico al que fue sometida determinó que la gran campeona, pese a tener unos genitales anómalos, era un hombre y fue detenida por los oficiales alemanes. Pasó los siguientes seis meses internada en un sanatorio mental.

Heinrich Dora RatjenFue acusada por fraude contra el Tercer Reich entre 1934 y 1938. Sus marcas, récords y trofeos fueron requisados y anulados, incluidos la marca olímpica y el oro logrado en Viena. Con un escueto comunicado que rezaba, “Dora Ratjen no volverá a tomar parte en competiciones femeninas tras realizársele un examen médico”, la meteórica carrera de Dora Ratjen tocaba a su fin. El 11 de enero de 1939 la corte del distrito de Bremen decidió que a partir de ese momento comenzase a vivir como un hombre y que se cambiase de nombre. Fue su padre quien eligió que en ese momento naciese Heinrich Ratjen. Tras este suceso, el rastro de Dora / Heinrich Ratjen se desvanece. Algunos informes le sitúan en el frente durante la Segunda Guerra Mundial.

Su rocambolesca historia fue utilizada por los aliados como argumento contra el nazismo, asegurando que Dora era parte de un ambicioso proyecto creado por las autoridades deportivas alemanas para vencer en todas las disciplinas deportivas y proclamar la supremacía de la raza aria. Heinrich Ratjen falleció en el ostracismo el 22 de abril de 2008, con 90 años, en la misma ciudad que vio nacer a Dora.

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